muro de arrepentimiento y de vida piadosa entre la gente para que se apartaran la ira del Señor y el ariete de Nabucodonosor. No obstante, no encontró a nadie. Los profetas que como Jeremías trataron de hacer esas cosas fueron todos rechazados, ridiculizados y perseguidos. Por tanto, Dios no tenía otra alternativa que proseguir con el juicio. Una nación que desafía abiertamente al Señor y a su voluntad, está en camino a la destrucción. Frecuentemente los historiadores analizan el colapso de una nación
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